27.3.06

 

LA ABUELITA IMPAR

1. La abuelita impar seguramente nunca ha hecho un brunch, ni sabe lo que es. Aquí es más o menos típico hacerlo en los domingos... En esta ciudad se me ocurren, por ahora, pocas cosas que hacer en domingo.

Total, que se junta más gente de la que cabe en un cocina y a brunchear. El pan en Austria es bueno, distinto. Hay muchos tipos de panes para hacer al horno, con pipas de girasol por encima, con una especie de sésamo por la corteza, etc. Falla un poco el jamón serrano, que sabe como aquél de pueblo que te daban en la tienda cuando tu madre o abuela te enviaba a comprar, reseco y seguramente para clientes que no eran de confianza. Los zumos aquí se llevan mucho, y la bebida nacional parece ser el Apfel-Saft (zumo de manzana). Algunos son muy puros y hay que echarles agua para suavizarlos. Otra moda ahora, por la Pascua, son unos huevos de colores que venden ya cocidos.

Estar rodeado de gente más o menos desconocida, algunos de los cuales no son de habla castellana es algo duro de llevar, pero todo se soluciona con el tarot. En cuanto saco el tarot me transformo, me convierto en brujo, y mi parte de ego, por ahora, se llena de esta manera, a partir de la lectura de manos, letras o tarot. Las letras austriacas, por lo general, son muy sobrias, sin apenas fantasía. La gente que me rodea, muchos de ellos compañeros de la Universidad, están estresados y con necesidad de desconectar. Espero no llegar a estos extremos.

2. La abuelita impar seguramente sí decidiría un domingo después de un brunch irse a un cementerio, como el Zentralfriedhof de Graz. Los cementerios austriacos son, de entrada, raros, imposible ver un cartel con horarios e imposible de encontrar los horarios de apertura y cierre.

Este cementerio los domingos se llena de gente, mucha más de la que puede haber en un cementerio español un domingo primaveral por la tarde. Son muy espaciosos, sin gatos, y con máquinas expendedores de velas con funda a la entrada (a un euro). Hay muchas papeleras, de varios tipos, para tirar velas acabadas, residuos de plástico y contenedores especiales para lanzar restos de plantas.

Las tumbas austriacas están llenas de flores, incluso de árboles de navidad o de árbolitos pequeños formados por ramas de los que cuelgan los huevos de Pascua, que ahora están por todas partes. Se lleva muy poco poner fotos a las tumbas, casi ninguna tiene vitrina con candado y muy pocas estatuas de vírgenes o cristos. También hay menos panteones.

Casi todas tienen en medio de la sepultura un espacio de tierra para plantar un arbusto o flores. Las tumbas están muy cuidadas, y las más antiguas son renovadas. Predomina el granito negro. Acojona, por no usar otro verbo, los espacios dedicados a los muertos de la Primera Guerra Mundial (cuatro mil y pico) y otros tantos para los de la Segunda Guerra Mundia. Hay muy pocas tumbas de niños, en cambio.

3. La abuelita impar tal vez se decide, como hice yo, a salir del cementerio e irse al McDonalds que hay enfrente. Desde cualquier lugar dentro del cementerio se ve la M del McDonalds, grande, que anuncia un McAuto, para que desde el coche recojas la hamburguesa.

Los domingos por la tarde en el McDonalds hay mucha gente, parejitas, niñatos austriacos (mucho más educados y más callados que los españoles), impares como yo y la abuelita impar.

La abuelita impar merienda porciones de pollo, patatas fritas y refresco de cola.
La abuelita impar tendrá un mínimo de 70 años y va vestida impoluta, con un bolso muy pequeño a juego con el abrigo.
La abuelita impar no se quita su velo azul y sí, en cambio, las gafas para leer el periódico. Me da envidia lo bien que lee el diario.
La abuelita impar no tiene prisa en comer, coge una patata frita a cada rato, saboreándola.
La abuelita impar, no sé por qué extraña razón, se lee durante más de cinco minutos el mapa del tiempo del diario, mirando temperaturas y precipitaciones.
La abuelita impar saborea su porción de pollo, que come en cuatro o cinco bocados.
La abuelita impar no levanta la cabeza del periódico, y no se da cuenta de la fascinación que ejerce sobre el que sabe ver.
La abuelita impar succiona la cola con la pajita como una adolescente más.La abuelita impar, finalmente, no me sonríe cuando le lanzo una sonrisa al ver que se va y que me ha sugerido esta entrada del diario.

Comments:
Guau, qué bien escrita está esta entrada. La abuelita impar es una reencarnación de Eloy de la Iglesia, en algún sentido.

Me ha encantado la descripción de los cementerios, sin gatos.

Cuando vayamos a Austria a verte, nos tienes que invitar al McDonalds. Aquí es muy caro y ni se me ocurre ir.
 
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